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Estaba anocheciendo. El color anaranjado en el cielo anunciaba el crepúsculo. Las finas gotas de lluvia se deslizaban por su larga cabellera, por sus rasgos delicados, por sus pequeñas y delgadas manos, por las hojas de los árboles de aquel frondoso bosque. Le agradaba la lluvia. Le hacía sentirse bien, a pesar de que empapase su ropa y le calase hasta los huesos. Le hacía sentirse viva. Le hacía pensar, reflexionar.

En medio de aquel lúgubre paisaje se encontraba ella, caminando sin detenerse, durante horas. Todavía no era capaz de creérselo. Había creído en su amistad, había confiado y querido como nunca antes. Una lágrima alcanzó sus labios y condujo a su lengua un sabor salado. Se sentía traicionada, defraudada. No alcanzaba a comprender qué estaba sucediendo. Rechazo. Ésa era la palabra. El rechazo es amargo. Agrio. El ser humano es cruel. Es cruel sin llegar a saber hasta qué punto puede estar haciendo daño a una persona que nunca lo habría esperado.

Sentía los pies húmedos, fríos. El agua penetraba por la tela de sus desgastadas zapatillas, atravesaba sus gruesos calcetines, recorría cada centímetro de piel de sus menudos pies.

Cada lágrima que brotaba de sus ojos rebosaba frustración. Rabia. Decepción. Un cúmulo de sentimientos que no habría sabido describir. Aquella persona en quien más confiaba, la persona con quien había comprendido el significado de la palabra amistad, no tenía ojos para ella. Las cosas habían cambiado. Ella no existía. No era lo demasiado buena. Ni siquiera había obtenido una explicación. La noche ya había extendido su manto en el cielo, la oscuridad se apoderaba del bosque. Lentamente, aminoró el paso hasta permanecer inmóvil durante unos momentos, y dio media vuelta.

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Bueno, espero que os guste...no es el que tenía pensado subir, pero bueno, creo que éste me convence más. A ver qué opináis, aunque a mí el final me parece un poco brusco. ^^